Es curioso cómo cuando era
pequeña no quería pasar de los 14 años, pensaba que era la mejor edad que se
puede tener y sin embargo ahora, con los ojos puestos en todo lo que he vivido
desde esos 14 años hasta el momento en que he cumplido 36 me doy cuenta de que
ahora es cuando estoy en mi mejor momento.
Hoy soy una mujer con las ideas
claras, con la cabeza en su sitio, rodeada de personas que ciertamente merecen
la pena. Por lo tanto no quiero tener 14, ni 25, ni si quiera 30, no, lo que
quiero es vivir mis 36 como la persona en la que me he convertido gracias a las
vivencias y personas que han intervenido en mi vida; ni si quiera diré que
pasaron para bien y para mal, en absoluto, ya que todo eso es lo que me ha
hecho ser quien soy con sus buenos momentos y con los malos, por lo tanto
considero que todo ha sido para bien y seguirá siéndolo porque me hará crecer.
A todas estas personas, a quienes
formaron parte de mi vida y me hicieron tropezar, darles las gracias. Sé que es
difícil comprender que estar agradecido con aquellos que te han hecho dudar de ti,
de tus capacidades, de tu importancia como persona hasta dejarte sin autoestima,
sea algo coherente; pero la realidad es que sin todo eso no habría llegado a
caer y enfrentarme a mi principal problema (que siempre he sido yo misma). Por
lo tanto gracias, porque si no caes no puedes saber que necesitas levantarte.
Obviamente el mayor
agradecimiento no es para quien me hizo daño, si no a quienes me acompañaron
mientras aprendía a levantarme y caminar de nuevo. Fuera de toda órbita esta mi
familia, está más que claro que pese a todo, nunca fallan. Sin embargo aquellos
que no son familia, son quienes en momentos de desastre personal se descubren y
demuestran la calidad personal de cada uno, cosa que es una maravilla porque
aprendes a poner a cada cual en “el escalón” que les corresponde y así no
confundir conceptos.
Por supuesto además de descubrir
a aquellos que no dan la talla como amigos, descubres a los que sí (en ambos
casos siempre hay sorpresas) y es de lo mejor que me ha ocurrido en este último
año. Darme cuenta que tengo amigos de toda la vida que ya sólo son meros
conocidos o ya ni eso, otros que han pasado a ser parte de mi familia y lo
mejor de todo es conocer a los nuevos, a los que en un mal momento más que dar
la talla lo han dado todo.
Resumiendo, mis 35 fueron un año
de gran aprendizaje, en el que he conocido y reconocido a mi entorno, en el que
he convertido amigos en conocidos y viceversa, en el que ir a trabajar ha
dejado de ser un trabajo, he crecido, he madurado, he aprendido a sonreír, a
darlo todo sin miedo y a pedir lo que me merezco (sabiendo que merezco lo
mejor) a tener las puertas abiertas a lo nuevo y a cerrarlas cuando no me
interese lo que me ofrecen, por lo tanto he sembrado la semilla para que mis 36
sean estupendos, que venga lo que tenga que venir porque me siento grande,
querida por mi familia, mis amigos, mis compañeras y ahora amigas, y porque sé
que el mundo me sonreirá tanto como yo le sonría a él.
Por lo tanto este año seré lo más
feliz que sepa y procuraré compartirlo con quien esté a mi lado, porque me lo
he ganado, porque soy más joven de lo que nunca seré y porque no hay mejor
momento que el ahora.
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