09 diciembre 2010

Delirios inspiracionales



La inspiración suele venir dada por estados de ánimo, al menos en mi caso, y cuanto más profundo es lo escrito, más gris es el ánimo. Por eso siempre me pregunto si los escritores, no los de novela histórica, ni los de ciencia ficción, si no los de los largos relatos románticos, las cruentas batallas por las conquistas de reinos, de corazones, los poetas, incluso los cantantes, estarán sumidos en una eterna depresión o en un contínuo desamor.




En ese caso, si la inspiración va ligada a la desesperación del individuo y su vida se basa en esa inspiración por ejemplo, como cantante de éxito, ¿jamás podrá liberarse de su tristeza? ¿debería vivir rupturas amorosas constantes? Entonces, ¿al ser feliz arruinaría su carrera? Y uno ¿cómo decide algo así? ¿escribe por adelantado letras para 20 años y luego vive una vida feliz? Y si con lo escrito no le llega ¿hace migas su felicidad dejando el Prozac o a su amor?



Menos mal que yo escribiendo no tengo ningún éxito, además de cantar fatal, porque una cosa tengo clara, prefiero perder mi inspiración y ser feliz, que escribir miles de folios cantándole mis penas a la luna, por muy bonitos que pudieran llegar a ser. Claro que también podría contratar a un negro (no de raza, si no de esos que escriben por ti) deprimido y desenamorado que además cantase bien, para poder, ya de paso, hacer playback. Aunque en ese caso debería ser negra, porque no me imagino yo abriendo la boca y soltando un chorro de voz que ni el mismísimo Plácido Domingo cantando “Nessun Dorma". Me tendría que conformar con algo tipo “Soyaya” aunque yo no vivo "poyeya” vivo “pomí”.



Conclusión, que yo quiero ser feliz, estar enamorada y que me cante Bryan Adams
(y encima rima jijijiji)